Me gustaría comenzar esta breve reflexión aclarando que ni soy una ludita, ni soy contraria a la utilización de inteligencias artificiales generativas por parte de quien lo estime oportuno, pero rechazo abiertamente el uso de eslóganes perversos por parte de algunas empresas de inteligencia artificial generativa para asentar un discurso que considero tremendamente dañino.
En la página web de la empresa Boomy podemos leer la siguiente consigna: “Crea canciones originales en segundos, incluso si nunca antes has hecho música. Envía tus canciones a plataformas de streaming y recibe pagos cuando la gente escuche. Únete a una comunidad global de artistas empoderados por la música generativa”.
De esas tres frases publicitarias, sólo la segunda es una verdad, y únicamente a medias. Vamos por partes:
“Crea canciones originales en segundos, incluso si nunca antes has hecho música”
Lo que estas herramientas tecnológicas pueden hacer en segundos no se puede considerar una obra original. Desde un punto de vista subjetivo, cualquiera que haya compuesto una canción sabe que, por mucha maestría que tenga, una obra original no es posible crearla en cuestión de segundos. Se tarda un poco más. Como mínimo, lo que dure la propia canción si se compone a tiempo real. Quizá algunas personas, como Ed Sheeran, tarden minutos, pero os confieso que yo no soy capaz. He llegado a tardar varios años en creer haber completado un proceso de composición de una canción. Esto que acabo de enunciar lo siento como autora y artista, e, inevitablemente, mis experiencias y emociones tiñen de subjetividad esta afirmación.
Sin embargo, desde un punto de vista totalmente objetivo y teniendo en cuenta las definiciones legales de cada uno de los conceptos involucrados en estos eslóganes, tampoco es que haya mucho donde agarrarse.
Una obra es original cuando la persona autora expresa su capacidad creativa adoptando sus propias decisiones intelectuales libre e independientemente. Si no existe esa consciencia individual en la toma de decisiones estéticas, no existe originalidad.
En este podcast explico esto desde el prisma de la propiedad intelectual y lo completo diciendo que las personas autoras sabemos por qué tomamos unas decisiones y no otras cuando estamos creando una obra. Incluso cuando por azar o por error se consigue un sonido, una melodía o una palabra inesperada, es nuestra decisión considerar ese error como un acierto involuntario e incorporarlo a la obra por unas razones estéticas y discursivas concretas. Eso, una IA no tiene capacidad para hacerlo… de momento.
“Envía tus canciones a plataformas de streaming y recibe pagos cuando la gente escuche”
Esta afirmación tampoco es del todo verdad. Dependiendo del modelo de reparto que aplique cada plataforma, puede que no recibas nada si ese contenido no es escuchado por alguien durante un mínimo de segundos (en Spotify son 30 segundos), quizás alguno más de lo que la IA ha tardado en generar esa canción.
Claro, que siempre se puede recurrir al fraude para lograr monetizar un contenido. De hecho, el 9 de mayo de 2023 varios medios de comunicación se hacían eco de la noticia de que Spotify había eliminado decenas de miles de canciones creadas con Boomy. Según Europa Press, “una persona conocedora del asunto ha asegurado al Financial Times que Spotify ha eliminado alrededor de un 7% de las pistas subidas a través de Boomy, lo que equivale a “decenas de miles de canciones”, después de que Universal Music Group (UMG) alertara de un comportamiento extraño en la reproducción de estas canciones. Concretamente, se advirtió una especie de “transmisión artificial”, esto es, que las canciones creadas por Boomy registraban bots en línea que se hacían pasar por oyentes para incrementar sus audiencias”.
“Únete a una comunidad global de artistas empoderados por la música generativa”
La tercera de las frases implica una doble falsificación de la realidad: ni por usar IAs generativas te vas a convertir en artista, ni tampoco es cierto que vayas a formar parte de una comunidad global de artistas a la que estas IAs vaya a empoderar de ninguna forma.
Ser artista es tomar decisiones. Es sentir la necesidad de transmitir algo y de hacerlo de una determinada manera y no de otra. Es, también, equivocarse. Pero, sobre todo, ser artista supone vivir de lleno el proceso creativo, que a veces es tortuoso, pero es algo que has tomado la determinación de hacer, algo que te va a cambiar como persona y, la mayor parte del tiempo, también te va a divertir y emocionar. Por supuesto, tienes plena libertad para considerarte artista si tú realmente lo sientes así, aunque te saltes toda esa parte. El problema radica en si ese sentimiento no nace de ti, sino que te lo hace creer una de estas empresas a través de su elaborada propaganda.
Apelar a la “comunidad” encierra también un mensaje distorsionado. El proceso, no nos engañemos, va a ser más bien solitario en lugar de comunitario. No vas a quedar con otras personas para ir al local de ensayo a tocar o al estudio a grabar, no vas a contar con la opinión de nadie, no vas a tener ninguna discrepancia con el criterio de otra persona, no vas a debatir ni tendrás que argumentar y defender por qué tomas tus decisiones creativas. No va a ocurrir nada de eso, que, precisamente, puede ser lo más enriquecedor en un proceso de creación, aunque a veces duela.
Hace poco leí un comentario de un músico que decía que en su próximo disco iba a usar sólo voces artificiales porque así simplificaba el proceso de los contactos y la negociación con las diferentes personas colaboradoras, ahorrando tiempo (y, añado yo, dinero). Me pareció bastante significativo. Parece que la tendencia es evitar interactuar y negociar con personas, además de ahorrar tiempo y dinero,estando estos dos últimos aspectos vinculados con el bucle en el que las plataformas nos exigen compartir contenidos para no quedarnos atrás. El factor humano se pierde por el camino.
Por todo esto, creo que lo más acertado sería cambiar este tipo de eslóganes por algo más realista:
“Diviértete jugando a crear material sonoro, incluso si nunca antes has hecho música. Envía tus canciones a plataformas de streaming y recibe pagos si confluyen una serie de condiciones (sabiendo que la plataforma obtendrá beneficio por el mero hecho de albergar más contenidos, aunque nadie los escuche). Siente que formas parte de una comunidad global de personas que utilizan IA para generar música, aunque no hayas interaccionado con ningún ser humano en el proceso y hayas contribuido a infravalorar el trabajo de otras personas, además de alimentar el bucle de estandarización y homogeneización de los contenidos accesibles al público”.