El pasado domingo 4 de enero se publicó en Berria una entrevista con Iñigo Astiz para un reportaje especial sobre la gestión de los derechos de Propiedad Intelectual. Hablamos sobre mi visión del modelo actual, el conflicto que planteo en mi estudio “Otro modelo es posible”, y si existe una alternativa viable.
En este enlace se encuentra la versión en euskera, pero completo esta entrada con las respuestas en castellano tal cual fueron enviadas.
Dices que has querido escribir el libro que te hubiera gustado leer. ¿A qué te refieres? (Supongo que será por la poca claridad y los mensajes contradictorios que existen sobre el tema no?).
Ése es un refrán anglosajón que yo he interpretado como “si lo que nos rodea no nos parece justo, algo habrá que hacer para cambiarlo”. Si buscamos un siginficado más literal, es cierto que a mí como creadora me hubiera encantado encontrar información clara y estructurada sobre nuestras opciones a la hora de gestionar los derechos que nos corresponden y otros temas importantes para la carrera de un músico. Es una pena que habitualmente esa información va llegando a lo largo de nuestra trayectoria, una vez hemos tomado decisiones cruciales que nos limitan.
Al final del trabajo argumentas que el actual sistema de gestión de derechos de propiedad intelectual está diseñado para complacer grandes compañias y que los autores más débiles salen perdiendo. ¿Por qué dices eso?
En el seno de SGAE conviven autores individuales y grandes compañías editoriales. El actual sistema de representación permite que tan solo el 11 % de los miembros de la entidad tengan derecho a voto. Cuanto más se genera, más votos se obtienen. Tampoco cualquier socio puede presentarse a las elecciones para formar parte de la Junta Directiva. Aproximadamente tan sólo unos 300 sobre 90000 pueden hacerlo. En este contexto, los autores individuales que menos recaudan se quedan sin voz, sin representación, y sin poder participar en la toma de decisiones que tanto les afectan.
Se supone que son los autores los que deberían ser los beneficiarios de la gestión de los derechos de PI, pero parece que a veces son más bien los damnificados. ¿Es así?
Ocurre que algunas entidades de gestión, en lugar de proteger y salvaguardar los derechos de los autores, gestionan la obra como ellas estiman oportuno, de manera rígida e inflexible, lejos del deseo de los propios titulares y llegándose a convertir en ocasiones en sus propias enemigas. Habría que valorar que el carácter de exclusividad que impone SGAE en su contrato de adhesión genera situaciones indeseables para muchos autores. Otras entidades, como VEGAP (artistas visuales) o CEDRO (derechos reprográficos), ya ofrecen un contrato de gestión no exclusivo, permitiendo a los autores decidir encomendar la gestión tan solo de algunas obras a estas entidades, y no de toda su obra completa. El problema no queda resuleto, ya que las obras que no son gestionadas por estas entidades quedan en la práctica sin gestionar, puesto que hoy en día no existen alternativas.
Hay una contradicción fundamental en la forma de gestionar los derechos de propiedad intelectual que está presente en todo tu trabajo. Un autor que decide publicar su trabajo con licencias CC no puede ser miembro de la SGAE, pero sin embargo legalmente sólo la SGAE puede gestionar sus derechos. ¿Qué consecuencias tiene eso?
Que en SGAE haya una bolsa de varios millones de euros del llamado “pendiente”. Si los legítimos titulares no reclaman los derechos recaudados en su nombre en un plazo de cinco años, esa cantidad queda en el seno de SGAE. La forma de reclamar ese “pendiente” es haciéndose socio, algo imposible en el caso de los autores libres.
La ley establece que el sistema de reparto ha de estar determinado en los Estatutos de las entidades de gestión colectiva y excluir la arbitrariedad, aunque en la realidad donde se contienen las normas de reparto no es en los Estatutos, sino en el reglamento interno de las entidades, fuera de control de la Administración. Los fines a los que se destinan los derechos prescritos son, pues, fijados por cada entidad.
La SGAE recauda el dinero derivado de la gestión de derechos de PI incluso cuando los autores trabajan con licencias CC. ¿Tienen los autores libres algún modo real de conseguir el dinero que la SGAE ha recaudado en su nombre?
Actualmente no.
Leyendo tu trabajo parece bastante obvio que la SGAE se niega a tomar en consideración la realidad musical actual. ¿Es así? ¿Compartes esa sensación?
Totalmente. En países como Holanda, Dinamarca, Suecia y Francia, las entidades de gestión correspondientes ya han firmado convenios de colaboración con Creative Commons para gestionar las obras de autores que hayan optado por cualquier tipo de licencia CC no comercial. SGAE no tiene intención de firmar dicho convenio, argumentando que no existe una demanda suficiente de ese servicio por parte de los autores. Da la impresión de que ni siquiera se han molestado en recabar la opinión de los interesados. Yo estoy en continuo contacto con creadores, socios y no socios, y lo cierto es que una inmensa mayoría cree que es necesario que la SGAE se adapte a los tiempos.
La falta de transparencia parece otro foco de problemas en este caso.
Así es. La gente me comenta que cuando se ha dirigido a SGAE para consultar algo, o bien no ha obtenido respuestas, o bien la información que ha recibido es vaga y confusa. También la opacidad en cuanto al funcionamiento de la entidad y la toma de decisiones, afecta a la imagen pública y fomenta la desconfianza de autores y usuarios. Por no mencionar los supuestos casos de corrupción que están en manos de la justicia, y las múltiples llamadas de atención y multas impuestas a SGAE por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia. La última de ellas, hace tan sólo un mes: 3,1 millones de euros por “abusar de su monopolio e imponer determinadas condiciones abusivas a los promotores musicales”.
Has hablado con unos 250 autores para preparar tu trabajo. ¿Qué reflexiones te han hecho llegar? ¿Sientes una voluntad mayoritaria de cambio?
La reacción más habitual es la de incredulidad cuando se les explica el marco legal y el funcionamiento de las entidades de gestión y cómo nos afectan, no sólo como autores, sino también como ciudadanos. Existe, sin duda, una voluntad mayoritaria de cambio y de adaptación al nuevo escenario. Pero lo que más se percibe es ese deseo y necesidad de encontrar una entidad justa y transparente a la que poder adherirse sin sentir vergüenza y manteniendo la coherencia con nuestros principios. Los creadores no desean regalar sus derechos, sino encontrar una forma justa de gestionarlos.
¿En qué te afecta a ti todo esto como autora?
Para empezar, por ser socia de SGAE tengo la obligación de declarar toda mi obra en la entidad, o bien estaré incurriendo en un incumplimiento de contrato. Teóricamente no me es posible, por ejemplo, realizar obras en colaboración con artistas que utilizan licencias CC. Eso, técnicamente. A nivel personal me afecta, y mucho, pertenecer a una entidad con cuyas formas no comulgo, sabiendo además que no tengo otra altermativa si no quiero que se queden con los derechos recaudados en mi nombre.
El título de tu estudio es esperanzador. “Otro modelo es posible”. ¿Cómo debería ser ese modelo? Y ¿Crees que aparecerá ese modelo?
La primera versión del trabajo llevaba el título entre signos de interrogación, pero a medida que lo fui desarrollando me di cuenta de que ese otro modelo sí es posible. En Alemania ha surgido C3S, que es una entidad en régimen de cooperativa que prevé estar funcionando como operador de gestión independiente el año que viene. Su modelo se basa en la transparencia y la equidad: cada socio tiene un voto independientemente de los derechos que genere, las editoriales no pueden ser miembros (sino sólo los autores), y se aceptan obras tanto con licencias libres como con todos los derechos reservados. Como vemos, ese modelo ya ha aparecido en Europa. Este año, además, se ha aprobado la Directiva europea 2014/26/UE, que aspira a otorgar a los socios una mayor libertad, permitiéndoles por ejemplo compaginar las licencias de las entidades con licencias individuales que deseen conceder en casos concretos. También pretende robustecer los mecanismos de control interno de las entidades, la participación en el ejercicio de derechos y en la toma de decisiones en relación con la recaudación y el reparto.
Es importante señalar que esta directiva también otorga vía libre a los llamados operadores de gestión independientes, como C3S. Se espera su transposición para primavera del 2016.