Muchos de vosotros habréis oído hablar de EKKI, la entidad de gestión de derechos de Propiedad Intelectual que ha surgido en el País Vasco en octubre de 2014, y que viene a ser una posible alternativa a SGAE, CEDRO y otras entidades.
EKKI se consituyó como una federación de cinco asociaciones (Euskal Idazleen Elkartea –EIE-, Euskal Editoreen Elkartea –EEE-, Musikari Euskal Herriko musikariak, Bertsozale Elkartea e Irudika Euskal Irudigileen Elkarte Profesionala) que representan a los escritores, editores, músicos, bertsolaris y creadores visuales del País Vasco.
Dada la escasa información pública sobre EKKI, y valorando su importancia en estos momentos de cambio y adaptación que estamos viviendo en el campo de la Propiedad Intelectual, David García Aristegui y yo hemos entrevistado a su secretario Igor Estankona y a una de sus primeras socias, Anari Alberdi. Ambos nos han aportado su visión y su sentir sobre la necesidad de alternativas en los modelos de gestión.
Nos reservamos las entrevistas íntegras para el libro en el que estamos trabajando, en el que explicaremos, entre otros asuntos importantes, el contexto jurídico en el que ha sido posible la autorización de EKKI por parte del Gobierno Vasco y su situación actual. Los detalles técnicos y legales los dejamos para entonces. Por ahora compartimos con vosotros el decálogo de EKKI que nos ha hecho llegar Igor Estankona. Se trata de un ideario en el que ya se vislumbran las sustanciosas diferencias con otras entidades gestoras. Atención, porque no tiene desperdicio:
1.- EKKI considera que está para servir a las y los autores, editores o productores, y que ellos y ellas son los que deben decidir su modelo de gestión.
2.- Tal y como se posiciona uno en la vida, o en internet, o diseña su carrera profesional, debe ser cada uno el que elabore su propio contrato EKKI.
3.- La propiedad intelectual no puede ser un freno para la divulgación del conocimiento y la difusión de la cultura.
4.- Al sector cultural vasco, por sus características, le conviene conseguir un incremento en el consumo de productos, y no habrá recaudación futura sin consumo cultural.
5.- EKKI debe cuidar la pedagogía y no caer en el paternalismo. La creación, en general, aunque la Ley haya creado la ficción de la prohibición, es algo que se copia y explota con suma facilidad. Obsesionarse con el control y perderse en litigios, demandas y abogados siempre supone un saldo negativo para la cultura.
6.- La batalla de la cultura es la de su visibilidad, su disfrute, su ofrecimiento. Con licencia o compensación, el reto de las entidades de gestión es pasar de la mera recaudación a la recaudación por uso.
7.- Las tarifas EKKI son sensiblemente más bajas. Si hemos dejado sentado que asediar al usuario y exprimir obra muerta no será el modelo de EKKI, pues sólo nos queda montar una estructura más ágil y menos burocrática que las actuales entidades, no convertir EKKI en un fin en sí mismo, y que lo noten los bolsillos de los socios y socias.
8.- EKKI debe aprovechar su tamaño. Al no responder ante un solo sector y al configurar nuestros Estatutos de forma que cualquier tipo de autor o titular de derechos puede confiar su obra a EKKI, lo que conseguimos es un efecto simplificador: un solo acto para la obtención de autorización para obras complejas, una sola entidad para liquidar distintos derechos.
9.- El éxito de EKKI está unido al éxito de sus socios. EKKI no puede recaudar, repartir, impartir un par de cursos y esperar sentado a que más socios se apunten. Los autores y titulares de derechos deben ser el centro, y EKKI tiene el deber de mover su obra, y que el repertorio EKKI sea el que más se escuche, se lea, se pinche, se exponga o se suba a internet.
10.- Lo que más ha alejado al público y a los propios creadores y creadoras de este mundo tan árido y opaco de la gestión colectiva, ha sido la falta de solidaridad. La LPI reza que es obligación de las EGC “la realización de actividades asistenciales a favor de los miembros de la entidad y/o actividades de formación y promoción de autores y artistas intérpretes y ejecutantes”. Creemos que es lo que verdaderamente dará sentido a EKKI: ayudas para carreras recién iniciadas, solidaridad con compañeros en apuros económicos o de salud, planificación del retiro profesional… quizá los no profesionales no lo vemos, pero las pequeñas cantidades económicas que se nos puedan adjudicar quizá le sean más útiles a otra gente. Por eso EKKI es Euskal Kulturgileen Kidegoa: porque “kide” es compañero, compañera, afín.
Nos despedimos con un extracto de una de las reflexiones de Anari: “Somos una generación, me da la impresión, que tenemos mucha retórica, bagaje e ideología para “destruir” lo que crearon otros y consideramos injusto; pero tenemos mucho que demostrar en qué somos capaces de crear. Para mí, este ese un caso […] Creo que es el momento de crear algo”.
Nosotros también.