Este fin de semana he podido contrarrestar por momentos el miedo y el odio colectivos. He sentido la necesidad de que la lluvia fuera música, y el deseo urgente de que dos personas no dejaran de mostrarse cariño.
Bilbo, 14/11/15
Esta mañana me despierta la voz de Hannot cantando desde la cocina
a través de los tapones de mis oídos,
lejana,
ensoñada.
Luego, en el Muelle Marzana, reconozco su camisa.
Está apoyado en la barandilla, mirando hacia la ría.
Una chica le acaricia la cabeza.
No quiero saludar desde lejos.
Quiero que le siga acariciando.
Camino.
No miro.
Ya no sé si es Hannot, ni me importa.
Solo me importa que le acaricie a ese hombre
esa mujer.
PD: La foto es de Ibai Armentia Fotógrafo, en ella estoy escuchando la lluvia llenar los huecos entre las notas cantadas en Ahopeko Kontzertuak. Un secreto y un placer. Que paséis la mejor noche que podáis pasar.