Tren Irun-Alicante, 12/10/14
Me mece el traqueteo negro tras la ventana.
Al amanecer la estela de un avión se pierde tras una nube diez mil veces más grande que él.
Sin avisar aparece de nuevo, sólo un segundo.
Suena “I see a darkness”.
Se me encharcan los ojos de pura emoción, pensando en todas las personas que conozco que han sido llamadas a algo. Saco del bolso el libro que últimamente llevo como si fuera mi Biblia y leo las palabras de Rilke: “Esto es en el fondo la única valentía que se nos exige: ser valientes para lo más extraño, asombroso e inexplicable que nos pueda ocurrir”.
Dos casas con el tejado en ruinas.
La sonrisa de una chica que me enseña el hoyuelo sin saber que la miro y once palmeras bajo un castillo.
Una fábrica se refleja mágicamente en la montaña amputada del otro lado de los raíles.
Admiro la superposición de imágenes.
Truena.
Me borra el agua.