En estos días trabajo con Karlos Osinaga en las mezclas (tardías) del nuevo disco. Hablamos de planos sonoros, de razones, de intenciones. Intento justificar conceptualmente las decisiones artísticas tomadas con anterioridad, y me doy cuenta de la cantidad de información que inconscientemente alguien es capaz de depositar en cuatro minutos de vida.
Antes de ayer volví a ver “The ice storm”, de Ang Lee. Y esta tarde, escuchando “White”, recordé el momento en el que inicialmente la pensé en un tren, mirando los campos helados y deseando saborear esas imágenes antes de que se desvanecieran en mi memoria. Trasladando a Karlos esas sensaciones, me he dado cuenta de que “White” es mi tormenta de hielo.
Es la sordidez de la mentira que al ungirse en uno mismo, se siente como la única verdad. Es el momento en el que algo te parece bello por primera vez porque aceptas que jamás llegarás a asimilarlo y comprenderlo en toda su inmensidad.
Que los extraños me dejen sola por un instante,
necesito saborear estos recuerdos antes de que fundan a blanco.
PD: La foto es de Rafa Rodrigo, durante la grabación de “White”. Que paséis una buena noche.