Anoche sólo hubo unos pocos «clicks». Bien. A veces merece la pena dejar los brazos libres, coger a alguien de la mano o cerrar fuerte los puños, dejarse llevar y disfrutar de la música.
Anoche viví uno de los conciertos más mágicos de los últimos años. Algunos me dijisteis que viajasteis también junto a mí. Alguna lágrima se le cayó a alguien, y me lo hizo saber. Algún «flipatzen naiz» me sacó la sonrisa. Algún aplauso ralentizó mis movimientos durante un segundo.
Ha sido la primera vez desde hace mucho tiempo sin una sola foto en las redes sociales a las pocas horas, sin que, al abrir los ojos, viera manos en alto con cámaras o móviles. Parece que estamos volviendo a ser reales, y aún así (y por ello) a ser capaces de volar. GRACIAS.
PD: no hay imagen para ilustrar esta entrada. Pon la tuya.
PD2: con todo el cariño y agradecimiento a los fotógrafos-camaleones que nos regláis vuestra pasión sin que apenas nos percatemos de vuestra presencia.