Vale, lo reconozco. Es mi «Semana Nick Cave«. Sus palabras llevan martilleándome dulcemente los últimos siete días. A veces me sorprende la capacidad que tenemos para hilar inconscientemente historias, para atar cabos que explican nuestra propia vida. La mañana antes de que comenzara esta serie de siete jornadas, escribí (ya lo compartí con vosotros) un diario de viaje en el que aparece una referencia a Sokurov y su cine lento, paisajístico, delicado.
Resulta que en su día leí una crítica preciosa, firmada por Cave, a su cinta «Madre e hijo». Dice Cave que a los diez minutos de sentarse en la butaca, comenzó a llorar en silencio, y no paró hasta que terminó la proyección.
Ahí estaba yo, el lunes pasado, desayunando, pensando que la imagen que estaba divisando bien podría ser un plano casi fijo, tan misterioso como los de Sokurov, y por la noche, ahí volvía a estar yo, con Cave, hablándome de lo que es sentir.
Durante unos años, más o menos del 2005 al 2007, preparé un repertorio especial que casaba con las imágenes de «Madre e hijo» y, siempre que era posible, pedía que se proyectara mientras tocaba. A veces miraba la pantalla grande y olvidaba que estaba en otra realidad. Me insertaba literalmente en la existencia de aquellos dos personajes, en aquellos campos.
Una de las veces que más me emocioné fue en el Nocturama del 2005, en el Monasterio de la Cartuja (Sevilla), y con mi madre entre el público. Concha Laverán capturó imágenes increíbles que corroboran que me introduje entre aquellas vidas. Mis botas bien podrían haber estado manchadas de rocío, de barro, al finalizar el concierto. Anoche estuve ordenando fotos, y aparecieron éstas.
Gracias, Nick Cave. Gracias Aleksandr Sokurov. Gracias, madre. Gracias, Concha Laverán.
PD: Podéis leer el texto de Cave aquí: http://home.iae.nl/users/maes/cave/disc/sunday.html
PD2: en estos días leo «Lolito» de Ben Brooks (Blackie Books), en cuya portada hay una pegatina con una declaración de Nick Cave: «El libro más divertido y brutal que he leído en años. Me ha vuelto loco». Yo no llego a tanto, pero me estoy echando unas buenas risas, eso sí.
Ainara LeGardon en una película de Sokurov por Concha Laverán