«Una obra es buena cuando brota de la necesidad». […] Quizá se haga evidente que usted está llamado a ser artista. Entonces, acepte sobre sí ese destino, y sopórtelo, con su carga y su grandeza, sin preguntar por la recompensa que pudiera venir de fuera».
Domingo por la mañana, Zarautz, ligera lluvia, leve catarro, profundas ganas de comenzar a temblar viajando a donde el sonido quiera llevarme. Así comenzó el concierto de ayer, dedicado al libro «Cartas a un joven poeta» de Rilke. Un homenaje a las misivas de un experimentado hombre de arte a quien comienza a descubrir su condición y la responsabilidad que ella entraña. Mi particular agradecimiento a esta biblia que me explica, entre otros asuntos, cómo sumergirme en ciertas aventuras y salir indemne a respirar a la superficie cada dos canciones.
Joseba Martin ejerció de maestro de ceremonias y comenzó diciendo que «el reino de Ainara LeGardon no tiene fronteras». Vigilante, con mi guitarra, muy lejos de sentirme como una reina, sí me encontraba en la posición que más tarde describió: «Ainara es y no es una francotiradora, apostada en las laderas de sus montañas».
Disparé lo más certeramente que pude, a veces con palabras, otras con sonidos. La mayoría, con recuerdos tamizados y moldeados. Todas, desde la necesidad.
«Entre en usted […] Reconozca si se moriría usted si se le privara de escribir. […] ¿Debo escribir? […] Construya su vida según esa necesidad […] Basta sentir que se podría vivir sin escribir para no deber hacerlo en absoluto».
Fue un placer contestar a preguntas como «¿Dónde vas cuando cierras los ojos?, ¿A dónde viajas?» Y más tarde, saber que conseguí llevarme a algunos conmigo durante aquel rato. Quizás permanezcan todavía allí.
«Tenga paciencia con todo lo que no está resuelto en su corazón e intente amar las preguntas mismas, como cuartos cerrados y libros escritos en un idioma muy extraño», le dice Rilke a Kapuss. Así, cuando ayer se me lanzaban algunas preguntas al aire, yo trataba de amarlas.
«La idea de ser creador, de crear, de formar, no es nada sin su constante y grandiosa confirmación en el mundo […] En un pensamiento creativo viven mil noches de amor olvidadas, que lo llenan de altura y grandeza».
Gracias a todos los que os reunisteis en Garoa este lluvioso domingo, para compartir intimidades conmigo. Gracias a Joseba Martin por encauzar la conversación hacia lugares donde campan el inconformismo, la libertad y la inquietud. Gracias a Garoa por propiciar momentos mágicos, imposibles de fabricar en serie.
Gracias a Dani Moreno por haberme regalado «Cartas a un joven poeta», sabiendo que lo apreciaría tanto.
Las fotos son de Joseba Martin. En ese instante yo estaba volando más allá de los libros, de los discos, de las polaroids. En un lugar en el que no duele nada y nada más importa. Sólo la marca del carmín en la rejilla del micrófono delata mi vínculo espacial con una realidad a la que de vez en cuando he de volver.
El vídeo completo del concierto está disponible aquí: