Hace tres años que trabajo en algunas de las canciones del próximo disco. En otras, más de cuatro. Sufro un embarazo musical de rinoceronta, de eso no hay duda.
Hoy tocaba releer por enésima vez los textos y anotaciones de los cuadernos que me acompañaron desde el 2010 hasta la actualidad. He encontrado notas de mis clases con Wade Matthews, poemas dedicados a personas a quienes apenas conocía, frases extraídas de los libros que devoré en aquellos días, y consejos dirigidos a mi mejor amigo. Ahora descubro con sorpresa la conjunción de todo aquello, que parecía inconexo. Doy sentido a lo que regresa a mis canciones una y otra vez, y me permito considerarlo válido.
Decía mi maestro respecto a la repetición:
«Hay ideas que no se resuelven en una obra, por eso hay materiales que se repiten en una y otra improvisación [-pongamos aquí «pieza»-], porque la idea no está resuelta aún. Esa repetición es distinta a la que surge del miedo y de la pereza». (Wade Matthews. Madrid, taller de improvisación libre, febrero 2011).
Varios meses después, escribí:
«A la repetición
se le oye respirar
con dificultad.
Ya está aquí.
La escultura
de una resonancia
en el tiempo».
En ese horno abandonado se coció, y se sigue cociendo a distancia, parte de este disco. Suena «Sound in time» de Lungfish. Que paséis una buena noche.