Diario de viaje. Bera, 10/09/16
Vuestros ojos / vuelven / mis palabras / sin brotar del todo, / del cansancio lejano. / la mano sudorosa, / los brazos pálidos.
Vuestros ojos / vuelven / mis palabras / sin brotar del todo, / del cansancio lejano. / la mano sudorosa, / los brazos pálidos.
Qué difícil contraer las pupilas, enfocar.
Verdes, tres minutos de baile
sobre la balaustrada.
El rabo de un perro rubio
se mece al pulso del contrabajo,
acariciando el vaso que,
tumbado en el suelo,
vierte las últimas gotas
de gaseosa de ruibarbo.
Bilbao entra hambrienta por la puerta,
me toma de la mano,
la apoya encima de la mesa
y la acaricia a la vista de todos.
Deja que descanse mi cabeza en su hombro.
Egunon! Bilbo-Madrid-Zurich. Tomo de nuevo la carretera (y el aire) para emprender nuevas misiones: talleres de Autogestión Cultural y experimentación sonora con Archipiel, en la ciudad alemana de Zúrich.
La niebla solo puede
descender tanto
el día después
de abrazarte en sueños.
Está abatida, se deja.
Se deja vencer.
Se licua
ladera abajo.
Un mosquito se posa
en el cabecero de la cama
y suena como si Bonham
tocara un gong.
Violeta,
tu sonrisa perenne
me recuerda
lo que escribía Max Aub
Yo no creo que se acabe, no creo que la música vaya a morir nunca. Pero si no la cuidamos, el mundo será sin duda un lugar más desagradable. Esta cita y otras muchas las he disfrutado durante mi trayecto de este fin de semana.
Como cada día, el paseo desde la estación de Añorga hasta la fábrica de cemento se convierte en un denso viaje sonoro. Me acogen las aguas de la regata, sus patos y los gorriones que reposan en los arbustos de la orilla.
Han anochecido los rombos de la piedra.
Un barco se mece
entre el Faro de Matxitxako
y la plataforma petrolífera
con nombre de ave marina.
Heletako zaldien azoka, 24/11/15. Una lombriz se enrosca en forma de garfio. De camino al pueblo me quedo mirando cómo pastan los caballos a escasos metros de mí, como si fueran criaturas que nunca he visto. Su cuello. Ya escucho los relinchos antes de doblar la esquina de la plaza.
Ctra. Zaragoza-Barcelona, 20/11/15. Abro los ojos bajo el arco que dibuja el Meridiano de Greenwich. En mi interior cambio la hora. Los pájaros negros se mueven como una masa de petróleo en el aire, rápidos y acompasados.
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